Algunas empresas navieras han solicitado a las autoridades de Naciones Unidas postergar la aplicación de esta medida un par de años más, mientras los expertos discuten el tema con la participación de otros actores, y en esta línea de pensamiento se ha tomado contacto con la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos que también tiene su experiencia y opinión, equilibrada y racional.
Los partidarios de mantener esta actividad turística hacen hincapié en las espectaculares respuestas que la tecnología de la navegación y de los barcos está dando para optimizar la protección de la vida humana y de los barcos y la preservación ecológica de los mares. De hecho, dicen, los barcos están siendo construidos siguiendo estrictas instrucciones técnicas de la Organización Marítima Internacional (OMI), y sus resultados han sido sorprendentes. Pero donde mayormente se han dado estos avances ha sido en la construcción de los cruceros de turismo, donde las innovaciones superan lo imaginado y, de hecho, ya están navegando los barcos "verdes" amigables con el medio ambiente.
Hoy, los motores que accionan las hélices en su mayoría son eléctricos y sin timón y la energía proviene de motores turbo-gas cuya contaminación es mínima y ya se recicla; se ha reducido el consumo de combustible en altísimos porcentajes, jamás se verá humo por las chimeneas de los barcos como antaño. Más aún, el diseño de las hélices está siendo constantemente modificado en cada construcción, con lo cual trae menos consumo de combustible. Los filtros están por todos lados, hasta en la chimenea, no se arroja nada al mar, todo se recicla a bordo. Los limitados desembarcos de viajeros que se hacen en un par de lugares de la Antártida, están bajo un riguroso control y los excursionistas son instruidos de no arrojar nada en esa tierra casi pura.
Pero de lo que no cabe duda es de que la actividad turística en la Antártida, por muchas razones, debe ser controlada. Aunque mucho me temo que las expediciones al continente helado seguirán produciéndose y no con un fin tan loable como el de los primeros exploradores.
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