31 de agosto de 2009

Se acabó el verano

Pues ya se acabó el verano, o eso al menos comienzan a proclamarnos los telediarios por televisión. Millones de personas abandonan estos días nuestras atestadas costas y se desplazan a su domicilio habitual, guardando en la retina los días vividos.

A mi, personalmente, es este un momento que me cabrea. Y no, no porque se acabe el verano, sino porque algunos piensan que el verano acaba cuando vuelven a llenarse las calles de la capital del Reino, pese a que hasta el 21 de septiembre no entra el otoño.

Desde mi punto de vista, si es cierto que la fecha del 31 de agosto, marca un antes y un después. Se acaban los programas que recorren nuestras costas mostrando el peor lado de los municipios costeros (un tema recurrente este verano), los chiringuitos comienzan a ver bajar sus ventas en días laborables, muchas playas comienzan a dejar ver la arena que escondían bajo toallas y sombrillas...

Y habrá temas que se guarden en el cajón hasta el próximo año. Temas como la polémica por los chiringuitos, la preocupación por las medusas, la destrucción de la costa, etc.

Pero hay temas que no pueden esperar a que los medios los vuelvan a poner temporalmente de moda: qué hacemos con los chiringuitos, con los vertidos que aún permanecen sin depurar, con la urbanización de la costa u otros muchos.

En este punto, creo que es el momento de reflexionar sobre la calidad de nuestras playas. Cada año puedo comprobar como se conceden banderas azules a playas que tienen numerosos servicios, pero que posiblemente no sean los más claros ejemplos de sostenibilidad.

Por ello, y viendo el ejemplo de fundaciones como EUROPARC y su Carta europea de turismo sostenible, creo que debe empezar a plantearse un uso sostenible de nuestras playas, analizando sus capacidades de carga y haciendo más hincapié en la calidad de las aguas, el mantenimiento de los cordones dunares, el acceso a las mismas por medios sostenibles que en la presencia de duchas y lavapies en los que se pierden miles de litros de agua (pese a ser este un recurso escaso), donde se generan toneladas de residuos, sin que se promueva el reciclaje o donde se hacen infraestructuras de acceso para facilitar la accesibilidad universal a las mismas, sin importar generar importantes impactos ambientales para lograrlo.

O dicho de otra manera, como les gusta a los políticos: es hora de tomar decisiones sobre nuestras costas, y de hacerlo de forma serena y razonada, no hacerlo en caliente. Lo cierto es que nuestras costas y playas deben resolver YA estos temas.

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