Esta tarde hablaba con un cazador y me expresaba su malestar por entender que siempre aparecen como unos "desalmados" a los que parece no importarle la naturaleza. Y sin embargo, me decía, son ellos los primeros a los que les gusta el medio ambiente y que son gente que quieren un monte limpio. Me decía que sus cotos de caza son lugares en los que se controla el número de presas abatidas y que evitan que haya una excesiva presión sobre los recursos.
Pues bien, se dirán ¿a qué viene ésto?. Pues esto viene a un sector de personas que también son usuarios de nuestras costas, agentes implicados en lo que en ella ocurre y muchas veces olvidados: los pescadores deportivos.
Me acuerdo de ellos porque en países como España, con buen clima y muchos cientos de kilómetros de costa, son miles los pescadores aficionados que, ya sea desde embarcación o desde tierra, llevan a cabo su hobby de la manera más saludable posible.
Sin dudas, son ellos los primeros a los que no les gustan los trasmallos, ni las redes ilegales, son sufridores de la pérdida de ecosistemas naturales en nuestras costas y de los episodios de contaminación que les afectan. Pero tienen otra faceta, la de difusores de los valores ambientales de nuestros litorales y de las especies que en ellas habitan.
Y es que en muchos casos, la pesca deportiva es una buena excusa para pasar un rato en contacto con la naturaleza.
Por ello, se debe reivindicar a estas personas que además conforman un importante nicho de negocio, tanto por el volumen que genera la compra de materiales para pescar como los propios desplazamientos (y es que no es uno ni dos el que desde el interior peninsular se desplaza a la costa cargado de cañas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario