No cabe duda de que la preocupación por los efectos del cambio climático se ha asentado entre investigadores, población general y gestores. En Andalucía el documento AN+20 presentado la pasada primavera hacía hincapié en el concepto de resiliencia, como forma de adaptar la gestión de los espacios naturales (protegidos o no) a las nuevas situaciones que pueden provocar el cambio climático.
En lo que hace referencia a las zonas costeras la preocupación por el cambio climático tiene su máximo exponente en fenómenos como el ascenso del nivel del mar. Y es que las previsiones nos sitúan ante una subida del nivel del mar que afectará (ya está afectando) a zonas bajas de todo el planeta, con desaparición incluso de islas del Pacífico o el Índico. Pero tampoco se puede olvidar el previsible aumento del número e intensidad de los huracanes.
Por todo ello la agencia norteamericana NOAA a través de su agencia de gestión de zonas costeras ha desarrollado una guía dirigida a los administradores de los estados costeros de los Estados Unidos, al objeto de poder aplicar técnicas y medidas que minimicen los riesgos derivados del cambio climático.
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