
Al hablar de la gestión costera muchas veces pensamos directamente en el medio ambiente y la actividad pesquera, pero hay un factor muy a tener en cuenta y que habitualmente nos pasa desapercibido. El patrimonio histórico costero.
No cabe duda de la importancia de las zonas costeras en el desarrollo de las civilizaciones, por ello no debe extrañar la existencia de un importante patrimonio histórico ubicado en las zonas de costas, e incluso situado en zonas interiores pero íntimamente ligado a ésta. Este patrimonio tiene una especial relevancia en las costas de la provincia de Cádiz por cuanto, dada su situación en el estrecho de Gibraltar, ha sido testigo del paso de numerosas civilizaciones: fenicios, griegos, vándalos de camino a África, musulmanes, cartagineses... y ello desde hace al menos 3.000 años (como atestiguan las pinturas rupestres de las cuevas de Laja Alta en Jimena de la Frontera).
Pero hoy quiero centrarme en las torres vigia de la costa, una red de torres que recorrían todo el litoral con el objeto de avisar al interior de posibles ataques piratas o berberiscos. Así hoy se mantienen en pie muchas de estas torres, desde Torregorda hasta La Línea: torres como las de Roche, Castilnovo, Trafalfar, Tajo, Cabo Gracia, Guadalmesí o la citada de Torrenueva.
Algunas de ellas han sido aprovechadas para otros usos, como faros, pero otras se han visto sometidas al abandono como consecuencia del paso del tiempo y sólo la acción decidida de los organismo públicos, en especial la Consejería de Cultura han logrado salvarlas. No obstante, siguen sin tener un uso específico asignado e incluso siendo casi imposible su visita.
Por ello, se hace necesario recuperar estas edificaciones y darlas a conocer en todo su explendor, permitiendo la visita a aquellas que reunan las mejores condiciones para la visita y explicando de forma clara y detallada que eran y para que servían. Deberían igualmente servirnos para recordar las dificultades que, hasta entrado el siglo XIX tuvieron las pequeñas localidades costeras para su desarrollo, como consecuencia de las continuas guerras e incursiones marítimas (recordemos que a principios del S.XVIII se produjeron los últimos grandes combates navales en aguas del Estrecho, con la célebre batalla de Trafalgar)
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