
No es la primera ocasión en la que les hablo de los chiringuitos de playa, y seguro que no será la última. Y es que esta semana ha saltado a la primera página de la actualidad la situación de este tipo de establecimiento hostelero.
Parece realmente inverosímil, pero despues de 20 años de aplicación surge la polémica en torno a la instalación en dominio público marítimo terrestre de los chiringuitos. Aunque me temo que lo que ocurre es que estamos ante un problema de oportunidad: en momentos de crisis cualquier cosa que suene a destrucción de empleo es tema tabú, estamos por tanto ante malos tiempos para el medio ambiente y aparejado con ello, y como en muchas de las ocasiones en las que los temas se convierten en elemento de discusión política, aparece la demagogia.
Y es que no puede tildarse más que de demagogía muchas de las opiniones que se están vertiendo sobre este tema. Se habla de la eliminación de los chiringuitos de playa, se dan cifras de empleos directos e incluso se introducen elementos sentimentales en las noticias. Pero estas cuestiones se apartan de la realidad de los chiringuitos.
La Ley 22/88, de 28 de julio de costas (y su Reglamento) no prohibe los chiringuitos en el Dominio Público Marítimo Terrestre, pero eso si establece criterios para su instalación, algo lógico si se quiere mantener en buen estado nuestro litoral y asegurar el carácter público de las mismas.
Por ello, decir que las intenciones del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino es acabar con este tipo de instalaciones es, del todo punto, incierto. Lo que se pretende es que este tipo de instalaciones cumplan los criterios de distancias y superficies establecidos en la legislación, una legislación, por cierto, que ya ha cumplido sus 20 años (por lo que no puede alegarse que no se haya dado tiempo a las instalaciones a adaptarse a la misma).
De hecho, la incidencia de esta "nueva" postura, en provincias como la de Cádiz, ha sido cuantificada: 3 instalaciones deberán retirarse del DPMT, una de ellas tras un acuerdo para su relocalización y otra que incumple de modo sistemático las condiciones de dimensiones, no se puede alegar por tanto que se esté acabando con el sector.
Lo que es incomprensible es que instalaciones que deben dar servicio a la playa estén abiertas hasta altas horas de la madrugada, generando importantes problemas de contaminación acústica y otros derivados de las concentraciones de usuarios, como ocurriese en la playa de El Palmar de Vejer en el verano de 2007. Por cierto, haciendo la competencia a otros establecimientos ubicados fuera del DPMT.
No cabe duda de que hay provincias que se verían más afectadas que otras por este tipo de medidas, pero esto no hace sino reflejar una situación en la que la administración ha sido más laxa en la aplicación de la Ley. Y es que el hecho de que una provincia tenga un importante sector turístico no puede emplearse como arma para justificar una ocupación irracional del DPMT. Por cierto, el ayuntamiento de Vejer prohibió los chiringuitos en la playa de El Palmar en el verano de 2008, sin que la afluencia de visitantes a esta zona del litoral gaditano se resintiese.
La ubicación preferente de chiringuitos en la zona de servidumbre de protección no es sino una medida que busca la protección del paisaje litoral, de las zonas dunares, busca asegurar que el dominio público sigue siendo público y evita posibles vertidos o contaminación acústica. Por cierto, que también se está confundiendo la ubicación de este tipo de instalaciones (en los casos en que se autoricen) en la arena seca, con su retirada de la playa, cosa totalmente infundada. Lo que se busca es ubicarlos en las zonas de playa de "arena seca", donde el mar no les afecte, y es que, aunque parezca impensable, nos encontramos con chiringuitos tan afectados por las mareas que están construidos sobre pilares a modo de palafitos, ¿es esto lógico?.
En cualquier caso, la ordenación del sector de los chiringuitos de playa, no hará más que mejorar la calidad ambiental de nuestras playas, y con ello permitirá ofertar un producto turístico de mayor calidad, beneficiando de esta manera al sector, en contra de lo que alegan los concesionarios.
Lo que, a la vista de la situación creada, parece necesario es la creación de un mecanismo de coordinación entre las políticas costeras y turísticas, permitiendo una gestión integrada de nuestras costas, en las que se compatibilicen todas las políticas con incidencia en las costas. Y es que el sector turístico no sólo puede exigir regeneraciones contantes de playas o subvenciones para actividades que nada tienen que ver con el uso de la playas, también debe asegurar la calidad ambiental de un bien que es de todos los ciudadanos.
2 comentarios:
Me parece muy bien que se haga cumplir la ley y que se proteja el medio ambiente.
Sin embargo el momento actual es tan grave y tan particular, que creo que no es el momento adecuado para hacer nada, que destruya empleo, o trabajo.
Si los chiringuitos llevan ahí tantos años, creo que se debería esperar por por la recuperación económica y dejar todo como está... de momento.
Me huele a proteccionismo de ciertos intereses... evidentemente con la ley en la mano, pero sigo defendiendo que no es el momento.
Además, los políticos y las autoridades, se pasan la ley por el arco del triunfo cuando les conviene, por lo tanto que lo hagan ahora por una buena causa: ¡El mantenimiento de puestos de trabajo!
No cabe duda de que su comentario viene a dar en un aspecto muy interesante: la oportunidad del momento escogido por el Ministerio de Medio Ambiente para poner orden en una situación que se alarga durante años.
Sin embargo, creo que hay varios aspectos que no podemos olvidar:
1º Cuando hablamos de empleo ligados al sector hostelero no podemos olvidar tampoco a aquellos que tienen sus negocios ubicados en los paseos marítimos de las distintas localidades y que desarrollan su actividad a lo largo de todo el año. Estos empresarios ven mermar sus posibles ingresos por la competencia de los ubicados en la playa.
2º En ningún momento la Ley de Costas impide la ubicación de chiringuitos en la playa, sino que indica que deben ubicarse a 200 m. del más cercano (esté o no en la arena).
Creo que en momentos de crisis económica hay que favorecer, lógicamente, la creación de empleo. Pero también creo que no todo puede valer para ello. Y como decía también hay que valorar la situación de los hosteleros que, creando empleo a lo largo de todo el año, se ubican fuera del DPMT.
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