Hace unos tres meses les escribía sobre el surf y su implicación en la gestión costera. Hoy ha caído en mis manos un artículo aparecido en la revista "Surfer Rule", escrito por José Pellón que es digno de señalar, por cuanto explica bien el sentir de este importante colectivo y su implicación con el medio ambiente. Por ello lo reproduzco en su totalidad.
¡A LAS ARMAS!
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Estamos en guerra. Quienes sentimos alguna clase de inquietud ecológica, o nos turban los devenires medioambientales que están tomando las cosas en esta bola de tierra y agua que vaga por el universo buscando un sentido a su existencia, debemos pasar a la acción YA. Con éste artículo-soflama, sólo pretendo despertar las plácidas conciencias de aquéllos surferos, pero también las de los no surferos, que las tengan adormecidas por los efluvios de su negligente cerrazón. Conozco a muchos, por desgracia.
Aunque no es justo generalizar, diría que, a grandes rasgos, la conciencia medioambiental que, por el hecho de pasar más de la mitad de nuestra vida en la playa deberíamos tener, no logra surgir como lava de un volcán entre la comunidad surfera, por razones de índole acomodaticia, por pasar de todo. “Que luchen otros, bastante hago con poner mi nombre en los mails que recibo para sumarme, sin salir de casa, a las causas abiertas”. Esos “otros”, quienes sacan las garras y se enfrentan al sistema, manifestándose en contra de espigones, puertos deportivos, vertidos ilegales y edificaciones que arrasan las olas o el litoral, son activistas que aparecen cuando hay una llamada a las armas y desaparecen cuando pasa la batalla, para resurgir de nuevo en la batalla siguiente. Aunque, ganando batallas es cómo se ganan las guerras, creo que tal ímpetu debería mantener una cuota de persistencia no tan fugaz ni esporádica, puesto que nuestro ecosistema marino, y algunos spots que corren igualmente peligro de desaparecer, merecen de una constante atención por su, por tú, por nuestra parte.
¿Qué hubiera ocurrido, por ejemplo, con la otrora llamada Duna Grande de Somo, si los surfers de entonces hubieran sido tantos como ahora? ¿Hubiéramos contemplado de brazos caídos cómo las excavadoras cargaban, durante meses, enormes camiones que se llevaban la duna metro cuadrado a metro cuadrado para destinar su arena a la construcción? ¿Hubiera quedado impune quien se lucró con tal magnicidio ecológico? Los surfers, insisto, para defender nuestro hábitat natural de agresiones externas, deberíamos formar movimientos ecologistas radicales, o apoyar sin paliativos a los que ya existen. El surf consiste en mantener un contacto tan estrecho con la naturaleza, en una época en la que están desapareciendo diariamente nuevas especies de animales, insectos y plantas, que resulta increíble, por no decir inadmisible o paradójico, que nos quedemos tan tranquilos cuando vemos que alguno de nosotros clava la colilla de un cigarrillo en la arena, se pone el traje y se va a coger olas. Comprobad por vosotros mismos, el próximo verano, cómo nos comportamos en la playa quienes más deberíamos velar por ella.
Dije arriba que no es justo generalizar, y me reafirmo en esta tesis. Porque, mientras algunos inconscientes se cagan allí donde comen y/o viven, “otros” recogen sus propios excrementos, y los ajenos, y los arrojan a las papeleras o contenedores de basuras más próximos. Es lo que diferencia a los seres humanos entre sí: tener la conciencia tranquila, o no tener conciencia. Y, aunque considero que la fe es creer en algo irracional que no obedece a la lógica, y a pesar de lo que veo diariamente en los telediarios y de lo que leo en los periódicos, aún me empeño en buscar la supuesta racionalidad del ser humano, quiero creer en nuestro sentido común, en la capacidad para reconocer tantos errores como cometemos, y en el empeño por tratar de subsanarlos. Lo peor es que, algunos de estos errores, sobre todo los que cometemos contra nuestra Madre Naturaleza, los capitales, ya no llevan enmienda. Ni perdón.
Bill Hamilton, en el setenta y uno, año en el que muchos de vosotros, mis queridos lectores, ni siquiera habíais nacido, ya escribió “Sólo por el hecho de deslizarnos sobre las olas del océano, somos unos de los principales responsables del futuro y la ecología de la Tierra”. Yo, estoy listo para coger mis armas, una pancarta, una bolsa de reciclaje, una denuncia en cualquier comisaría, y, con ellas, enfrentarme a quienes pretendan arruinar los espacios natural es donde he pasado mi vida entera, y espero seguir pasando la que me quede. ¿Y tú? ¡EL PUNK NO HA MUERTO! |
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