1 de abril de 2009

Otra tragedia humanitaria en el Mediterráneo ¿Hasta cuando?


La crisis humanitaria que vivimos ha vuelto a convertirse en tragedia. Hoy nos hemos levantado con la noticia de la desaparición de cerca de 300 personas que, procedentes de Libia, intentaban alcanzar las costas italianas. Por ello les reproduzo la denuncia llevada a cabo por ACCEM y es que, como denuncia esta ONG, pese a que los datos son aún confusos, esta tragedia ha sacado a la superficie información que nuestra acomodada sociedad olvida. En las últimas horas más de 400 inmigrantes han llegado a Sicilia y otros 222 a la italiana isla de Lampedusa. 

El miedo a que las fronteras europeas, en este caso concreto las italianas, se cierren completamente y las mafias que se aprovechan de la necesidad y el deseo de conseguir un futuro mejor, han sido marcadas como posibles causas para que estas personas hayan emprendido el camino desesperado que estamos acostumbrados a contemplar. 

Quizá deba servir para preguntarse hasta que punto las diferentes políticas de gestión de control de fronteras llevadas a cabo por la UE en estos últimos años, pueden estar respaldando y/o reforzando la sucesión de este tipo de hechos y hasta que punto entonces no entrarían en confrontación con las directrices de protección internacional, que se supone deberían guiar todas las actuaciones de los Estados de la Unión. ¿Dónde y cómo queda definida la responsabilidad de los Estados en estos hechos? ¿Quién es y a quien responde Frontex cuando coordina las acciones de estas patrullas, del personal y de la policía de frontera a lo largo de toda la costa Mediterránea? ¿Dónde, de hecho, quedan dibujadas las fronteras europeas, son en Italia, España o Malta, por ejemplo, o en Libia, Marruecos y Mauritania? 

Esto parece ser una ocasión más, que debería servir para volver a llamar la atención, sobre lo expresado por instituciones y organismos nacionales e internacionales así como por organizaciones sociales sobre el peligro de que las personas migrantes y/o potenciales refugiados aparezcan mezclados y sufran las consecuencias de las llamadas razones de seguridad entre Estados, dejando en un segundo plano la siempre debida protección universal de los Derechos Humanos, de la que siempre deberían ser objeto.

Desde Accem volvemos a recordar, como cada vez que una noticia así salta a los medios de comunicación, que quizá lo más doloroso sea que esta situación sólo cobra protagonismo cuando estas cosas suceden, cuando nos quedamos mudos al saber que 300 personas han desaparecido, que es posible que haya más en otras dos embarcaciones de las que no se sabe nada y que el recuento de muertos (hoy) asciende a 23.


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