
La consejera balear de Agricultura y Pesca, ha presentado recientemente una resolución por la que se establecen medidas complementarias para regular la pesca submarina en aguas interiores de la isla de Formentera. Se trata de una normativa que establece tres zonas de veda, de prohibición total de esta actividad, que rerpesentan una superficie de 2.528 hectáreas del litoral de la isla. La segunda medida limita la pesca submarina a tres días a la semana en las aguas interiores de la isla: lunes, miércoles y viernes no festivos.
La resolución durará cinco años. Las limitaciones se completan con la prohibición de pescar en fondos superiores a los 20 metros y establece un número máximo de 20 licencias anuales para la pesca submarina en aguas interiores de la isla. Estos permisos serán emitidos por dicha consejería, según los criterios que establezca.
También se encargará de la vigilancia del cumplimiento de esta normativa con dos técnicos que deberán empezar a trabajar en mayo.
La consejera ha recordado que, en primer lugar, se trata de una reivindicación histórica y que fue aprobada por unanimidad por el pleno del Ayuntamiento hace diez años, y que ha sido consensuada con la actual institución insular y con los pescadores profesionales de la isla.
Se ha destacado que el objetivo de estas medidas (específicas para Formentera), es regular la actividad de la pesca submarina y poner «remedio al mal estado de conservación de las poblaciones de ciertas especies marinas que son objeto de la pesca submarina», como el mero (Epinephelus marginatus) la rotja y el escorball o corvallo (Sciaena umbra).
Las tres zonas de veda
La zona A de veda para la pesca submarina se sitúa entre Punta Gavina y Punta Rasa hacia el oeste y tiene una superficie de 1.692 hectáreas. La segunda zona (B) donde se prohíbe esta actividad abarca las aguas de es Caló de Sant Agustí hasta sa Punta del Faro de la Mola, pasando por sa Punta de sa Creu, y tiene una superficie de 821 hectáreas. Finalmente, la tercera (C), con sólo 14 hectáreas, se sitúa bajo los acantilados del sur de la Mola.
Esta iniciativa se consensuó "con las administraciones públicas y las cofradías de pescadores, pensando en la sostenibilidad y el equilibrio de los recursos marinos". Las medidas, lejos de ser arbitrarias, responden a un detallado informe de los técnicos de la consejería balear de Medio Ambiente, que han estudiado "a fondo" la biomasa marina, llegando a contabilizar incluso el número de especies vulnerables a este tipo de pesca.
Una de las conclusiones de este estudio es que las tres especies citadas (la rotja, el mero y el escorball) son prácticamente inexistente en las áreas de veda ahora establecidas y, en cambio, otras especies están muy presentes y son muy numerosas.
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