13 de agosto de 2009

Sistema ecológico de la bahía de Florida


Que la gestión costera más que una ciencia es un arte me parece claro. Muchos y variados son los problemas y situaciones a los que debe enfrentarse el gestor. Como ejemplo de los interes y frentes que convergen en estos frágiles espacios litorales un ejemplo, traído del períodico La Voz de Houston:


El capitán Tad Burke observa la Bahía de la Florida y ve un ecosistema que se muere, mientras políticos, terratenientes y defensores del medio ambiente se pelean entre sí.


Lleva 25 años recorriendo estas aguas y ha visto mermar la cantidad de camarones y langostas que se reproducen en esta zona. También noata que tienden a desaparecer especies como el bonefish, popular pez de la familia del tarpón que atrae a pescadores deportivos de todo el mundo.


"El bonefish era muy común y ahora hay una décima parte de lo que había antes en la bahía, e incluso en los cayos, porque el habitat ya no resiste una población tan grande", manifestó Burke, quien es director de la Asociación de Guías de Pesca de los Cayos de la Florida (Florida Keys Fishing Guides Association).


Los expertos temen que se produzca un desastre en el ecosistema de la zona, que haga peligrar no sólo algunos de los destinos turísticos más populares del país --como el Parque Nacional de los Everglades y los Cayos de la Florida--, sino también la pesca comercial y deportiva, que genera millones de dólares.


La Bahía de la Florida es un enorme estuario en el extremo sur de la península.


Las aguas de los Everglades, procedentes de una región próxima a Orlando, 480 kilómetros (300 millas) al norte, desembocaban aquí tras un recorrido lento a través de inmensos pantanos.


Históricamente, la bahía ofrecía una mezcla ideal del agua fresca de los Everglades y el agua salada del vecino Golfo de México. Era un sitio perfecto para aves, peces, seagrass (plantas marinas) y esponjas. Pero al norte de la bahía, el desarrollo del sur de la Florida ha llenado la región de edificios, carreteras, diques y canales para controlar las inundaciones, que interrumpen el flujo del agua del norte y lentamente mata la bahía.


Los efectos de este fenómeno se hacen sentir más allá de la estrecha franja de cayos de la Florida e incluso en los arrecifes de corales del océano Atlántico, al este.


"Si desaparecen los peces, sería el fin de todo esto", manifestó Burke. "Si eso sucede, desaparecerán también los arrecifes, habrá una reacción en cadena". "Se podría decir que la bahía ya está en vías de extinción", agregó.


Las algas impiden que el sol, tan vital en el ciclo de la vida, penetre la superficie del agua. Las plantas marinas que ofrecen un habitat para la cadena alimenticia están desapareciendo. Y algunas aves migratorias ya no regresan.


"La salud de la bahía está atada al estado de los Everglades, y los Everglades no mejoran", dijo Tom Van Lent, científico de la Fundación Everglades, un organismo sin fines de lucro que vela por ese parque. "Sus destinos están unidos".


Durante décadas el estado ha buscado formas de restaurar el flujo natural del agua a través de los Everglades y contener la contaminación generada por las plantaciones de azúcar, la ganadería y el desarrollo urbano. Se trata del proyecto de restauración de pantanos más grande jamás emprendido.


"Es fundamental que hagamos que siga llegando el agua a los Everglades", expresó Rob Clift, de la Asociación Nacional de Conservación de Parques.


Los esfuerzos por resolver el problema, incluida la construcción de lagunas de depuración, se ven entorpecidos por intrigas políticas, escasez de fondos y disputas en torno a cómo encarar el asunto. De este modo, se vende tierra y se completan proyectos, pero no se hace nada para restaurar los pantanos.


"Es realmente irritante", dijo Burke. "No avanzan los proyectos que pueden ayudar a restablecer el flujo del agua hacia la bahía".


Una de las razones es la cantidad de demandas que presentan grupos que favorecen una solución sobre otra, según Carol Wehle, directora ejecutiva del organismo estatal de recursos acuíferos (el South Florida Water Management District), que supervisa la restauración de los Everglades.


Esa dependencia ha sido demandada por prácticamente todas las agrupaciones defensores del medio ambiente, que Wehle define como "obstruccionistas".


"Hay un puñado de gente que ha decidido no participar en este proceso y recurre a los tribunales. ¿Quién sale perdiendo? El medio ambiente", señaló Wehle.


Los indios miccosukee, que consideran los Everglades sus tierras ancestrales, han demandado en numerosas ocasiones al Water District. En estos momentos libran una batalla judicial para bloquear una compra de tierras por valor de 536 millones de dólares, que el estado piensa adquirir a la U.S. Sugar Corporation.


Una portavoz de la tribu, Joette Lorion, dice que ese negocio puede costarle miles de millones de dólares a los contribuyentes, agotar los fondos para los proyectos de restauración y generar más demoras mientras el estado decide qué hacer exactamente con esas tierras.


"Hay una reunión tras otra, y mientras tanto los Everglades siguen agonizando", expresó Lorion.


El water district dice que el negocio es una oportunidad histórica de acabar con la producción de azúcar y disponer de embalses y áreas de purificación para tratar y almacenar el agua.


Burke pide que se haga algo antes de que sea demasiado tarde. Para el visitante desprevenido, la zona luce todavía espectacular. Pero Burke sabe que las cosas están cambiando.


"En muchos sentidos, sigue siendo hermoso e inmaculado", declaró. "Pero esto está agonizando".

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