Hay cosas que parecen, cuanto menos curiosas. El pasado invierno fue, sin duda, muy duro en el suroeste español, con tres meses en los que los temporales de sur y poniente se sucedían unos a otros, provocando importantes daños en el litoral del Golfo de Cádiz. Como consecuencia de ello, desde el pasado mes de marzo se ha venido reclamando al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, por parte de los empresarios turísticos y administraciones locales la regeneración de las playas. Las razones de ambos eran claras, las repercusiones sobre la actividad turística. Y la respuesta del Ministerio fue cuanto menos meridianamente clara: no se iban a regenerar playas cuando hasta mayo se pueden producir nuevos temporales. Por tanto no se iba a tirar el dinero público en regeneraciones con altos visos de no solventar el problema.
Por ello me parece realmente sorprendente que se estén regenerando las playas Victoria, La Barrosa y Camposoto en pleno mes de septiembre, con la temporada de playa finalizada (por cierto, sin que la falta de arena aducida haya influido en el resultado de la campaña turística).
Así pues me vienen a la cabeza dos cuestiones, sin entrar en el debate medioambiental sobre la conveniencia o no de este tipo de actuaciones:
1.- ¿Qué sentido tiene el aporte de arenas a las playas justo antes del comienzo del invierno, cuando los temporales pueden provocar la pérdida de esta arena en apenas unas semanas?
2.- ¿Estamos en condiciones de invertir en la regeneración de estas playas en este momento, cuando empieza la temporada de temporales?¿gastaremos otro tanto el próximo verano?
Creo que es necesario contar con unos criterios claros al respecto de como abordar estos problemas, para evitar estas situaciones que parecen, cuanto menos un tanto extrañas.
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