1 de enero de 2011

En estos días parece necesario hacer balance del año, pero permítanme que me salga de esa costumbre.

Y es que en este día quiero recordar a aquellos que mejor conocen, para lo bueno y lo malo, nuestros mares. El otro día montado en el autobús que pasa junto al puerto de Cádiz la vista se me iba, como siempre, hacia los barcos atracados en sus muelles.

Este hecho no es nada nuevo, y menos en una ciudad como Cádiz que ha ligado sus momentos de esplendor a aquellos en los que se volcó  hacia el mar y las actividades ligadas al mismo.

Pero esta vez me acordé de la idílica imagen que, de niño, tenía del puerto, los barcos que en él atracaban y los marinos que en ellos iban. El puerto me transportaba a otros lugares lejanos, a otras culturas, pero también me acercaba a aquellos hombres y mujeres que se embarcaron en otros tiempos en busca de mundos mejores, aquellos que encontraron una vida mejor en Argentina o en México o en Uruguay o cualquiera de esos países hermanos; también me acercaba a aquellos marinos que, desde esta ciudad, partieron para agrandar las fronteras del mundo conocido ya se llamasen Colón, Jorge Juan, Malaspina o cualquier otro.

Incluso acercaba en mi imaginación a personajes como Nelson, o el duque de Essex que intentaron el asalto de esta plaza, unos con más éxitos que otros.

Sin embargo, con el paso de los años, al ver los barcos atracados en el muelle un día de diciembre, entre Navidad y año viejo no pude por menos que acordarme de todos los que en este momento están navegando a lo largo de todos los mares, marinos mercantes, marinos de guerra, pescadores, científicos y con ellos aquellos que velan por su seguridad y la nuestra: salvamento marítimo, fareros… que en días como hoy estarán lejos de sus seres queridos.

A ellos vaya mi pequeño homenaje en un día como hoy.

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