
El archipíelago de Carbrera se declara como Parque Natural en abril de 1991 con 10.000 has, de las que 8.703 son marinas. Ubicado en el Mediterráneo, pertenece al municipio de Palma de Mallorca.
Este espacio, que durante años perteneció al Ministerio de Defensa, está considerado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Importancia Comunitaria(LIC) y Zona de Especial Protección de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM).
Pero, como ocurre en la declaración de numerosos espacios naturales, la zona protegida no engloba todos los espacios con valor ambiental. En este sentido, el informe presentado por la organización Oceana en este mes de diciembre, es signficativo.
De los trabajos llevados a cabo Oceana en las zona adyacentes al Parque Nacional destacan los siguientes hallazgos:
■ La presencia de importantes hábitats, como bosques de laminarias, coralígeno, fondos de maërl, campos de nidos de centracántidos, campos de ofiuras, jardines de gorgonias o acúmulos de restos de fanerógamas marinas; así como especies protegidas, como coral rojo (Corallium rubrum), coral negro (Antipathes sp.), esponja oreja de elefante (Spongia agaricina), caracola tritón (Charonia lampas), langosta (Palinurus elephas), etc.
■ El fuerte impacto del arrastre de fondo, en especial en las zonas situadas al norte y este del archipiélago, que ha dañado algunos de los lechos más biodiversos y ha sido motivo de la reducción del coralígeno, el maërl y las laminarias de la zona.
■ La presencia de basuras y restos de aparejos de pesca en todos los cuadrantes estudiados.
■ La identificación de alrededor de 300 especies diferentes sobre estos fondos.
■ El descubrimiento de un gran bosque de laminarias mediterráneas (Laminaria rodriguezii); especie exclusiva de este mar y protegida por los convenios internacionales.
■ El hallazgo de algunos restos arqueológicos y de interesantes formaciones geológicas.
Como consecuencia del estudio se extraen varias conclusiones:
■ La necesidad de aumentar el área protegida, incluyendo, como mínimo, la zona Este, aledaña al archipiélago de Cabrera, donde se encontró la mayor diversidad de hábitats y especies.
■ La urgencia en proteger los hábitats marinos más importantes y vulnerables, como bosques de laminarias, maërl, coralígeno, etc., así como hábitats esenciales y sensibles, como los campos de nidos de centracántidos o los de ofiuras.
■ El establecimiento de planes de recuperación para hábitats y especies amenazadas.
■ La prohibición del arrastre de fondo en áreas protegidas y sobre hábitats vulnerables.
■ La inclusión de fondos batiales y abisales en futuros planes de conservación.
■ El seguimiento del impacto de especies invasoras, como las algas Lophocladia lallemandi, Asparagopsis spp. y Caulerpa racemosa.
No cabe duda que este estudio, y sus conscuencias, debe ser tenido muy encuenta de cara a la protección de estos espacios. Algunas de las medidas propuestas pasan por la realización de nuevos estudios científicos y la apertura de nuevos proyectos de conservación. Pero la conservación debe pasar inevitablemente por la prohibición de determinadas artes de pesca, y éste será posiblemente uno de los requisitos más complicados para la conservación de los fondos.
Por ello, la medida más efectiva para la protección debe pasar por sentarse con los representantes de los pescadores y explicarles la importancia de la conservación de los fondos. Sólo así, involucrando en la gestión de este espacio a todos los sectores implicados, la posible ampliación del Parque Nacional será plenamente efectiva.
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