16 de diciembre de 2008

Salinas


La Demarcación de Costas ha anunciado, a través de la prensa, la puesta en marcha de un proyecto para la creación de una salina, con fines educativos, junto al Centro de Recursos Ambientales de El Puerto de Santa María. Paralelamente la Fundación Migres gestiona las salinas La Esperanza Grande y la Eperanza Chica, en Puerto Real.


Que tanto el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, como la Fundación Migres se interesen por la recuperación de salinas no es algo baladí. Y es que las salinas representan, en cierto modo, la esencia de las marismas de la Bahía de Cádiz, cuyo paisaje tiene un fuerte carácter antrópico. Pero, pese a ello, el número de salinas ha pasado de más de 150 a apenas 9 salinas (de ellas dos industriales) en 2008, suponiendo un grave daño a estos ecosistemas por cuanto los cambios de uso han dado lugar al abandono de la explotación o, en el mejor de los casos, a su transformación en fincas acuícolas.

Y es que la actividad salinera es, de entre todas las que se pueden desarrollar en un espacio como el que conforma la Bahía de Cádiz, una de las más sostenibles. La gradación en la profundidad del agua, entre los esteros y las tajerías permite la presencia de numerosas especies de aves, en especial limícolas que aprovechan sus aguas someras para alimentarse. Y ello incluso en las salinas "industriales"

Igualmente el mantenimiento de las estructuras salineras permite el mantenimiento de agua en la marisma. Por ello, cualquier actuación que permita el mantenimiento de esta actividad debe ser bienvenida, y en la medida de lo posible apoyada por las administraciones.

No cabe duda de que él sector tiene serias dificultades para sobrevivir, derivadas fundamentalmente de el bajo coste de la sal en los mercados o la imposibilidad de las pequeñas instalaciones para competir con los grandes productores. Pero también es cierto que de las salinas se pueden derivar varios productos "groumet", como la flor de sal, que producido de manera prácticamente artesanal, alcanzan un precio de mercado interesante. Y por supuesto no podemos olvidarnos de los pescados de estero, cuyos despesques podrían convertirse incluso en un atractivo turístico.

Así pues, debemos valorar lo que esta actividad ha significado y puede significar en el mantenimiento de las condiciones ambientales de la Bahía de Cádiz, explorando nuevos productos, tal como se ha hecho en otras zonas salineras, tales como la Camarga francesa.


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