11 de enero de 2011

Arrecifes de coral

Uno de los elementos, a mi parecer, más "míticos" de nuestros mares son los arrecifes de coral. La palabra arrecife, por si sola, parece remontarnos a riesgos para la navegación, pero si le añadimos "de coral", entonces nuestra primera imagen se traslada a la Gran Barrera de coral australiana, sin lugar a dudas un ecosistema que podría ser denominado mítico.

La imagen que siempre se nos ha trasladado de estos arrecifes coralinos es la de aguas cálidas y poco profundas, con una gran riqueza animal, sin embargo poco a poco los avances en las técnicas de investigación y la mejora del conocimiento del medio marino nos está cambiando esta concepción.

De este modo, a las noticias que han ido trasladando a la sociedad sobre la aparición de corales de agua fría en aguas de Israel, España... se une ahora el descubrimiento de arrecifes ubicados a más de 100 m de profundidad (una profundidad donde hasta ahora no se había encontrado ninguno), en las costas de Puerto Rico y en el que se han encontrado especies que antes eran abundantes en arrecifes más superficiales, como el mero o el tiburón de arrecife y que permiten albergar la esperanza de que se pudieran repoblar aquellos arrecifes en los que ya no están presentes.

Pero para ello será necesaria la protección de estos ecosistemas, por cuanto su atractivo e importancia biológica, pero también económica es muy alta. No en vano se calcula que la Gran Barrera de Coral australiana aporta a la economía del país unos 5.400 millones de dólares australianos (4.143 millones de euros), derivados de los que aporta desde el punto de vista turístico, pero también para la pesca.

Así es lógica la preocupación existente en Australia por el hecho de que las gravísimas inundaciones que este país está sufriendo pueden alterar las condiciones fisico-químicas de la Gran Barrera, como consecuencia del arrastre de contaminantes provenientes de granjas y otras instalaciones, provocando el blanqueo del coral.

Este hecho debe hacernos reflexionar una vez más sobre la importancia de la gestión integrada de las zonas costeras, la barrera entre el medio terrestre y el marino es demasiado débil como para que nos impida ver la necesidad de gestionar el medio terrestre y marino de forma conjunta.

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