Investigadores del CSIC participan en el proyecto europeo COCONET,
que trata de averiguar si pueden coexistir las áreas marinas protegidas
con los parques eólicos. También establecerá redes de áreas protegidas
transnacionales, de forma que las especies se puedan mover de forma
segura entre ellas.
Las
políticas ambientales de la Unión Europea tienen entre sus objetivos
proteger aquellos hábitats valiosos por su biodiversidad, pero también
producir energía de forma limpia. El establecimiento de áreas marinas
protegidas y de parques eólicos marinos son líneas esenciales de esas
políticas pero ¿son compatibles? ¿Puede un parque eólico marino ser una
amenaza para la biodiversidad?
Es lo que intenta averiguar el proyecto europeo COCONET,
acrónimo de “Towards Coast to Coast Networks of marine protected areas
(from the shore to the high and deep sea), coupled with sea-based wind
energy potential”. Investigadores de 39 centros y universidades de más
de 20 países trabajan en él para averiguar cómo pueden coexistir ambos,
reservas marinas y parques eólicos en los mares Mediterráneo y Negro.
Los parques eólicos, explica Enrique Macpherson, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC,
participante de COCONET, parece que perjudican a algunas especies
marinas pero no a otras. “Los mayores inconvenientes se han relacionado
con la generación del ruido y con la alteración de los campos
electromagnéticos”. Lo segundo perjudicaría a especies que se orientan
por esos campos, como los cetáceos o peces migratorios.
Sobre el ruido, sigue Macpherson, “hay que tener en cuenta que el de
un parque eólico no es, en realidad, más molesto que el de de los
motores de barco. Y en un parque eólico no se permitirían actividades
humanas, como pesca o actividades deportivas”.
Sin embargo, no se han hecho estudios con especies del Mediterráneo,
advierte este científico. Sí se han hecho, aunque muy pocos, con
especies del Atlántico Norte, donde ya existe algún parque eólico
marino. Se sabe, por ejemplo, que especies migratorias, como anguilas o
salmones, modifican sus rutas, aunque se desconoce el perjuicio real en
sus poblaciones.
“Algunos cetáceos ven alteradas sus capacidades de ecolocación, pero
se adaptan con mayor facilidad a estas alteraciones”, explica
Macpherson. “Las larvas de algunos peces, como los lenguados, no se ven
alteradas por el ruido generado por los molinos. En aves marinas, sin
embargo, se han detectado efectos negativos en algunas poblaciones. El
conocimiento es, por lo tanto, escaso y el reto muy importante."
El proyecto estudiará todo lo relacionado con la biodiversidad de
forma exhaustiva en dos zonas piloto: una, la comprendida entre el sur
del mar Adriático y el norte del Jónico; y la otra en la parte
occidental del Mar Negro.
Entre otros aspectos, se estudiará la biodiversidad existente, la
conectividad de las especies entre las áreas protegidas (facilitada por
las corrientes marinas, o a traves de corredores biológicos…), su
vulnerabilidad y su reacción ante diferentes amenazas (contaminación
química, contaminación acústica, presencia de especies invasoras,
efectos potenciales del cambio climático, entre otras). También se
estudiarán aspectos económicos y sociológicos, qué beneficios y cambios
sociales generan en los lugares donde se han creado estas reservas.
La protección y gestión de la biodiversidad, dicen desde COCONET, se
ha centrado hasta ahora en establecer áreas protegidas. Eso es
importante pero tiene muy poco efecto más allá de esas áreas. El
objetivo que se proponen en el proyecto es establecer redes de áreas
protegidas transnacionales, de forma que las especies se puedan mover de
forma segura entre ellas.
Este funcionamiento en red permite asegurar el éxito en el tiempo de
las reservas marinas y es clave en políticas de conservación, tal como
se está haciendo en la Gran Barrera de Coral australiana
o en otras zonas de nuestros océanos. Esta conexión suele hacerse
mediante las larvas planctónicas que poseen la mayoría de especies
marinas, que permiten mantener conectadas localidades alejadas por
decenas o centenares de kilómetros. La conexión es clave en la
conservación de las zonas protegidas ya que, ante cualquier desastre
ambiental, una buena conectividad entre ellas permite una rápida
recuperación.
Así, se proponen ampliar las áreas marinas protegidas hacia el
interior y hacia el fondo del mar, así como examinar la actual
legislación para hallar soluciones legales que permitan establecer redes
de áreas protegidas transnacionales.
Paralelamente, se investigará en qué zonas pueden establecerse
parques eólicos marinos en el Mediterráneo y en el Mar Negro. Se trata
de que los parques eólicos eviten, en principio, las zonas marinas
protegidas.
Pero existe la posibilidad de que en algún caso los parques eólicos
puedan actuar como puntos de conexión entre las diferentes áreas
protegidas. Y es que, al no estar permitidas las actividades humanas en
los parques eólicos, se abre la posibilidad de que se conviertan en
zonas seguras para las larvas y juveniles de algunas especies, y sirvan
para marcar un camino por etapas entre diferentes áreas protegidas.
En el proyecto, que se prolongará hasta finales del 2015, participan
muchos países e investigadores de numerosas disciplinas, para conseguir
una visión lo más completa posible de la protección ambiental. Se espera
que los resultados sirvan para determinar las mejores zonas para
establecer parques eólicos, así como para proponer la red de reservas
más adecuada para conservar una de las zonas más ricas en biodiversidad
del planeta.
Fuente: R+D (CSIC)
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