25 de enero de 2010

Las almadrabas de la provincia de Cádiz

Hace unos veinte siglos, un importante autor romano, Opiano escribía un interesante libro titulado "De la caza. De la pesca" y en él describía un arte de pesca que nos ha llegado hasta hoy: la almadraba. En concreto hablaba de las almadrabas caladas junto a las columnas de Hércules y decía que un vigilante se ubicaba en una zona en alto y desde allí avistaba los ejemplares de atún, momento en el que se establecía un complejo sistema de redes para la pesca de los mismos.

Desde entonces, el atún y la almadraba han estado íntimamente ligados a las costas de la provincia de Cádiz. Así no hay más que ver el nombre de una de las localidades costeras de esta provincia para comprobarlo: Zahara de los Atunes, donde aún se pueden ver los restos del Palacio de los Duques de Medina Sidonia, que tenían en esta actividad una de sus mayores fuentes de ingresos. Y de la importancia de ello dan testimonio el propio Miguel de Cervantes que se refiere a ellas en su obra o expresiones como "de la ceca a la Meca".

Así han sido muchas las almadrabas que se han calado en la costa de Cádiz, desde la zona de Torregorda en Cádiz a las almadrabas de San Fernando (aún se pueden ver sus restos en el muelle de S. Jerónimo), la de Sancti Petri y sobre todo las de Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa, con empresas tan importantes como el Consorcio Nacional Almadrabero, que dejaron un importante patrimonio, como el poblado de Sancti Petri (Chiclana de la Frontera) o La Chanca de Conil.

Sin embargo, toda esta actividad se ha visto fuertemente sacudida por la sobrepesca de atunes, por los grandes atuneros, que ya venía afectando a las mismas desde hace años. Sin embargo, nunca como este año ha estado a punto de desaparecer la actividad, por cuanto la cuota establecida para las mismas ha llevado a los empresarios a advertir que las mismas no serían productivas y por tanto no las iban a calar. Y ello, en una población como Barbate, nacida de la pesca y cuyo auge y decadencia va ligado a la actividad pesquera, hubiese sido la puntilla.



Ello ha generado diversos movimientos de la administración pesquera estatal y regional, dando lugar a la reasignación de las cuotas de atún, establecidas en 600 tm para las almadrabas (un 40% menor que en 2009) y considerando a las mismas como "laboratorio científico para el seguimiento de las poblaciones de atún".

De esta manera se podrá comenzar a calar las redes de este arte de pesca milenario, pero no ha mostrado la otra cara de la sobreexplotación pesquera, la de las familias que pueden perder sus fuentes de ingresos, pero incluso nos plantean otra importante cuestión cuando se habla de este sector:

Las almadrabas han convivido durante 2.000 años con los atunes, sin afectar a esta especie de modo significativo, debido fundamentalmente al hecho de ser un arte de pesca fijo y ubicado a apenas 3 kilómetros de la costa. Ha sido el desarrollo de una potente flota atunera la que ha motivado la situación de extremo peligro de esta especie. Por ello, la pregunta que se plantea en las cuatro almadrabas que aún hoy subsisten (Conil, Barbate, Zahara y Tarifa), es si tienen que pagar ellos los desmanes de esta flota.

Esperemos que las medidas adoptadas para lograr la subsistencia del atún permita mantener tanto al atún, como a la cultura asociada al mismo.

3 comentarios:

Penélope dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
justlikeawave dijo...

Me parece muy interesante este artículo, puesto que no habla meramente del atún, sino de la almadraba como parte de nuestro patrimonio.

Cuando leí la intención que tiene Greenpeace para que todos los países de la UE firmen un acuerdo, por el cual, el atún rojo se incluya en el convenio CITES, en lo primero que pensé fue, efectivamente, en las almadrabas y los almadraberos.

No creo que la solución a la extinción de esta especie sea la de prohibir totalmente su pesca, puesto que consigo llevaría la pérdida de un arte de pesca sostenible como es del que hablamos.

La sobrexplotación por parte de multinacionales que ostentan grandes avaneces tecnológicos sí la considero un problema.

¿Crees que en la acuicultura de esta especie se puede encontrar una solución?

Un saludo, y enhorabuena por el blog. A mi me ayuda mucho a estar al día en estos temas.

El Playero dijo...

Pues no cabe duda de que el futuro de las pesquerías parece venir de la mano de la acuicultura. También en el caso del atún.

Sin embargo la cría del atún en piscifactoría tiene un problema: el traslado de los primeros ejemplares, que suelen sufrir un importante stress. Superado este inconveniente si sería factible, de hecho en El Puerto de Santa María (Cádiz) se está construyendo una.

Otra cosa es el engorde de ejemplares en jaulas, como se realiza en diversos lugares, entre ellos el Mediterráneo español. En muchos casos son ejemplares cautivados en el mar.

Y por otra parte, creo que el futuro de especies como el atún rojo va a depender también de la calidad del atún rojo criado en las piscifactorías. Digo esto por cuanto es fácil ver la diferencia entre una dorada salvaje y una criada, su sabor es bien distinta. Si esto ocurre con el atún es posible que los grandes consumidores de este producto sigan con su pesca.

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